"Sassall
lleva 25 años practicando la medicina. Hasta la fecha debe haber tratado unos
100.000 casos. Se diría que es una buena marca. ¿Pero sería una marca peor si
solo hubiera tratado 10.000? Este tipo de estimación parece absurda.
Preguntémonos, pues:
¿Cuál es el valor social de aliviar el dolor?, ¿Cuál es el valor social de salvar una vida?
¿Cómo se compara el valor de cuidar una enfermedad grave con el mejor poema de un poeta menor? ¿Cómo se compara dar un diagnóstico correcto y extremadamente complicado con pintar un gran cuadro?"
¿Cuál es el valor social de aliviar el dolor?, ¿Cuál es el valor social de salvar una vida?
¿Cómo se compara el valor de cuidar una enfermedad grave con el mejor poema de un poeta menor? ¿Cómo se compara dar un diagnóstico correcto y extremadamente complicado con pintar un gran cuadro?"
Un Hombre
afortunado. John Berger.
El doctor
Alcaine es “sólo” un médico de familia. Ha dedicado su vida
profesional a atender pacientes en un centro de Atención Primaria de la
provincia de Málaga, en España. Tal vez por la naturaleza de su trabajo
probablemente nunca será entrevistado por Julia Otero o Carles Francino, no
saldrá en ningún telediario ni se le dedicará las páginas de ningún semanario
dominical, ni por supuesto recibirá la Medalla de Andalucía, distinción
reservada para los que “de verdad” hacen un trabajo relevante, los que realizan
trasplantes espectaculares o descubren el increíble efecto de supresión de una
proteína de un extraño gen en ratones coloraos. El doctor Alcaine simplemente
atiende “naderías”.
Respecto a
éstas, envió un comentario a este blog hace unis días donde escribía lo
siguiente: “Respecto a las "naderías" quería comentar como
son muchas veces la "parte flotante del iceberg" , la parte del
problema que utiliza el paciente como "tarjeta de presentación",
problema que no está dispuesto a compartir con el profesional si este no puede desplegar
una mínima empatía, herramienta clave en el desempeño de nuestra profesión, con
frecuencia ignorada por los gestores que han de facilitar nuestro trabajo y que
incluso pueden acabar bloqueando por los objetivos que imponen. Esta empatía es
el requisito imprescindible para "abrir la puerta" de acceso al
motivo real de consulta ( duelos, acontecimientos vitales estrésantes,
disfunciónes familiares,., terminología basada en las tipologías de las
demandas y no en la CÍE 10 ni en el DSM IV, más objetivas pero menos prácticas
para nuestro contexto”.
La impresión
generalizada de políticos, periodistas, gestores y ciudadanía es que la
Atención Primaria se dedica exclusivamente a atender problemas sin importancia.
No es extraño por ello que buena parte de esos ciudadanos se pregunten por qué
deben pasar por la “ventanilla” de una estación, si lo importante es subir al
tren que lleva al hospital, donde están los que “saben de
verdad”. Al fin y al cabo casi cualquiera podría resolver esas
“naderías”: el catarro, la diarrea, el dolor de cabeza, la ansiedad. No es de
extrañar por ello que las medallas y los distintivos se le otorguen a los que “
de verdad” salvan vidas, y no a esta especie de desocupados que entorpecen el
natural flujo del ser humano hacia su destino natural: la cama hospitalaria, a
ser posible en habitación individual.
Admiramos en
la novela negra y en las serie de HBO las habilidades del detective que, como
Sherlock Holmes, ve lo que nadie ve, en lo que todo el mundo ha mirado sin ver
nada. Encontrar la pista que lleva a desentrañar un enigma precisa de mucho
esfuerzo, paciencia, perseverancia y, por supuesto, inteligencia. La misma que
realiza el doctor Alcaine y, como él, muchos profesionales en Atención
Primaria, para indagar lo que se esconde detrás de esa nadería, una detrás de
otra, un día tras otro, año tras año. Esperando que el paciente adquiera la
confianza suficiente para “abrirle la puerta” a lo que se esconde tras su
particular nadería.
Sin embargo
este tipo de pesquisa, tan apreciada cuando la vemos en una pantalla, es
sistemáticamente despreciada por los que deberían supuestamente facilitarla y
protegerla, los que se benefician de todos esos tipos y tipas anónimos, que
nunca recibirán premios, ni saldrán en los medios ni serán reconocidos por la
calle, pero que son imprescindibles para que el sistema sanitario no se
desmorone definitivamente.
En “ La
maladie de Sachs” escribe Martin Winckler: “Hoy en día se
incita a los médicos a meterlo todo en un ordenador con fines epidemiológicos,
estadísticos, contables. Pero nadie parece querer grabar en su memoria el
nombre ni la cara de la gente, recordar el primer encuentro, las primeras
emociones, las sorpresas, los detalles cómicos, las historias trágicas, las
incomprensiones…”.
Algo sin la más mínima importancia. El arte de atender “naderías.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dejanos tus comentarios