6 jun 2020

LA POST-PANDEMIA ¿COMO IMPEDIR EL DETERIORO DEL SNS?



EL MIRADORLO QUE DEBE ESPERARSE DE LA ERA POSTCOVID

Y ahora ¿qué? Tres básicas, primeras y urgentes decisiones en la Era PostCovid.Un artículo de Juan Gervas para ACTA SANITARIA



En el deseo de que las cosas cambien tras lo ocurrido durante la pandemia de la Covid-19, el autor subraya las tres primeras medidas a llevar a cabo urgentemente: el cierre de las “residencias”, el cambio del contrato social que afecte al sistema electoral; y, por último, la potenciación de la atención primaria y de la salud pública.
Lo primero: cerrar las “residencias”
Hay cuatro cosas por las que seremos juzgados por generaciones venideras, como hoy juzgamos a las pasadas por su tolerancia con la esclavitud: 1/ las cárceles, 2/ las granjas, 3/ los asilos y 4/ el cambio climático
https://www.vox.com/future-perfect/2020/5/1/21239396/covid-19-meatpacking-prison-jail-moral

Con datos de primeros de mayo, en España han muerto 17.000 ancianos en asilos (“residencias”), de un total de 25.000 muertos. Es decir, el 68% de los muertos en España son ancianos que estaban en asilos.
https://www.rtve.es/noticias/20200501/radiografia-del-coronavirus-residencias-ancianos-espana/2011609.shtml

Con datos de primeros de mayo, en España han muerto 17.000 ancianos en asilos (“residencias”), de un total de 25.000 muertos
Para verlo de otra manera, grosso modo, en los asilos ha muerto uno de cada 50 ancianos, y en la comunidad, uno de cada 1.300. El nuevo coronavirus, #SARSCoV2, ha sido la puntilla, pero el “castigo” era estar en el asilo.
Los asilos tendrían que desaparecer pues, como he citado, han acumulado diecisiete mil muertos por #COVID19, ¿no es suficiente?
Es no tener vergüenza pretender “reformarlos”.
Es como, si después de la II Guerra Mundial, nos preguntáramos si los campos de concentración nazi habría que reformarlos y si deberían ser privados o públicos.
De unos 400.000 ancianos actualmente en asilos habría que pasar a quizá 40.000 y el resto sacarlos urgentemente, a sus casas, a sus familias, a pisos tutelados en la comunidad, a familias adoptivas, etc movilizando los recursos públicos que sean necesarios. Es decir, que a cada anciano siga un pago mensual que cubra los gastos que genere, para que no sea una carga económica.
Es urgente hacer algo como la refoma psiquiátrica que cerró los hospitales tales, que requiere tiempo pero hay que aceptar que es inadmisible que sigan existiendo “morideros”
No es la práctica, es el concepto; el concepto permitiría que cualquier otro germen repitiera lo mismo. El concepto “asilo” (residencia) tiene que desaparecer y reservarlo para casos extremos inusuales.
Lo segundo: un nuevo contrato social
Las residencias florecieron en medio del campo de la corrupción social y política, de decisiones “relajadas” que convirtieron en negocio lo que debería ser solidaridad. Para cambiar ese campo se precisan cambios profundos en la Ley de Partidos Políticos y en la Ley Electoral para que sean los militantes honrados (la mayoría) los que cuenten en las elecciones.
El actual sistema político español, especialmente por las “listas electorales” con las que se elige en bloque (a la lista en conjunto, no a personas concretas), da un inmenso poder a los “aparatos de los partidos”. Estas estructuras seleccionan a la hez de la sociedad pues saben que es más fácil controlar a los ambiciosos, corrompibles, débiles mentales y taimados. No es extraño que España termine en corrupción al nivel de Botswuana (con perdón por la superioridad europea).
Por todo ello, no hay lealtad biunívoca. Es decir, el pueblo es leal en una sociedad que progresa y mejora lentamente con el esfuerzo común, pero los políticos son leales primero a las estructuras de los partidos, después a los poderosos (los dueños del capital) y sólo al final muestran lealtad a los habitantes, la mínima lealtad para asegurar su reelección.
Los médicos han aceptado una respuesta biomédica a un problema complejo de salud pública
Son los poderosos los que colocan en las agendas políticas los recortes del sistema sanitario público y la visión comercial del cuidado de ancianos y dependientes. Por ello no se desarrolla la Ley de la Dependencia y las familias quedan desamparadas por falta de solidaridad social.
El control social por los políticos y la miniaturización de la democracia legitima que el Gobierno de España, los expertos gubernamentales y sus generales hayan dado una respuesta desleal como bien demuestra, por ejemplo, la persisten falta de equipos de protección para los sanitarios o la falta de transparencia respecto a los informes de los expertos y las actas de las reuniones decisivas. Además, los médicos han aceptado una respuesta biomédica a un problema complejo de salud pública. Algunos distinguidos epidemiólogos, salubristas, economistas de la salud y médicos “críticos” han alcanzado niveles verdaderamente patéticos con su silencio y tolerancia
http://www.juanirigoyen.es/2020/04/el-covid-19-y-la-explosion-punitiva.html?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+TransitosIntrusos+%28Transitos+intrusos%29

Todo ello ha conllevado muertos, como demuestra la altísima letalidad en los asilos, pero además ha erosionado gravemente derechos humanos básicos, desde libertad de movimientos a humanidad en la muerte, en España mucho más que en otros países, como Francia y Portugal, por ejemplo.
Ningún control de ningún virus debería ser capaz de erosionar lo que es básico en la vida, pues no se pueden aplanar los derechos humanos fundamentales ya que el fin nunca justifica los medios
https://www.thelancet.com/journals/lanpub/article/PIIS2468-2667(20)30092-X/fulltext
https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(20)30983-1/fulltext?fbclid=IwAR3cziTW0jdhkJ-emRRQU_DzoeRpBru0cKIL3LuTPdpIfW9AzTavYKveuow

Precisamos un nuevo contrato social que establezca la mutua lealtad de políticos con habitantes, siendo urgente el cumplimiento de la Ley de Dependencia, la financiación adecuada del sistema sanitario público de cobertura universal (con verdadera “universalidad”, sin trucos) y la regeneración de la política a todos los niveles con la renovación a fondo de la Ley de Partidos Políticos y de la Ley Electoral.
Lo tercero: más atención primaria y más salud pública
La muerte de ancianos en los asilos tiene causas múltiples, desde los problemas de su atención, por falta de personal, al abuso de medicamentos que favorecen el desarrollo de neumonías (para que los ancianos estén “tranquilos”), pero al final se trata de una infección nosocomial. Es decir, es una infección contraída por personas ingresadas en un recinto de atención a la salud.
La respuesta española a la pandemia ha sido “hospitalocéntrica”, de forma que el esfuerzo se ha centrado en los hospitales, especialmente en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI). El símbolo extremo de dicha respuesta ha sido el hospital de campaña preparado en las instalaciones de IFEMA, Madrid, para 5.000 pacientes, con gravísimos problemas en la clínica. Además, para dotarlo de personal se trasladó allí al de los centros de atención primaria https://covid19siap.wordpress.com/el-trabajo-en-un-hospital-de-campana-ifema-madrid-espana-2/
Cabe sospechar que una parte de la mortalidad se deba a los excesos en la respuesta médica y al empleo de terapéuticas innecesarias y dañinas… Ha habido una especie de “licencia para experimentar”
La respuesta de España ha sido muy similar a la de Italia, también en el hospitalocentrismo, y en el hospital como fuente de contagio (la COVID19 como infección nosocomial) https://jamanetwork.com/journals/jamainternalmedicine/fullarticle/2764369
En el hospital el contagio es fácil pues concentra casos graves y los pacientes más graves tienen mayor carga viral, y contagian más. Además, los profesionales sanitarios, de médicos a limpiadoras, han carecido y siguen careciendo en muchos casos de material adecuado y suficiente, y se han contagiado frecuentemente, contagiando a sus pacientes y sufriendo la propia enfermedad.
Carecemos de estudios acerca del uso correcto de las UCI en la pandemia, pero sabemos que se sobreutilizan en general en los pacientes ancianos con problemas varios https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5566309/
De hecho, cabe sospechar que una parte de la mortalidad se deba a los excesos en la respuesta médica y al empleo de terapéuticas innecesarias y dañinas. El ejemplo es el uso casi sistemático de hidroxicloroquina, a sabiendas de que carece de utilidad y tiene graves efectos adversos, incluso mortales. La COVID19 carece de tratamiento, más allá del puramente de soporte y en su respuesta se ha ofrecido mala medicina, con graves daños
https://issues.org/pandemic-science-out-of-control/
https://jamanetwork.com/journals/jamainternalmedicine/fullarticle/2765360
https://www.epistemonikos.cl/2020/03/27/systematic-review-preliminary-report-antimalarials-for-the-treatment-of-covid-19/

La medicina en la pandemia ha sido en mucho una medicina imprudente, lo contrario de una Medicina Basada en Pruebas (en la evidencia), y en cierta forma ha habido una especie de “licencia para experimentar” con cualquier tratamiento cuyas consecuencias desconoceremos por la disminución del número de autopsias (¡cuando eran más necesarias!). La situación es tal que en muchos estados de Estados Unidos se ha legislado para conceder “impunidad legal” a los profesionales sanitarios, para que no tengan que responder por las muertes causadas por “terapéuticas extremas”, una especie de “licencia para matar” https://www.law360.com/articles/1264964/6-states-with-covid-19-medical-immunity-and-2-without
La respuesta a la pandemia debería haberse concentrado en reforzar la estructura de salud pública y de atención primaria, pero ambas han salido malparadas durante la crisis y corren el riesgo de pasar a la irrelevancia en la Era PostCovid. En los comités de expertos han predominado los ajenos a la salud pública, y tanto en Madrid como en Barcelona los centros de atención primaria se vieron debilitados hasta extremos increíbles, probablemente contribuyendo así a la alta mortalidad en ambas Comunidades Autónomas.
Necesitamos más salud pública y más atención primaria.
Síntesis
Hay demasiados muertos clamando justicia como para que la Era PostCovid sea más de lo mismo de la Era PreCovid.
Los asilos deben desaparecer, se precisa un nuevo contrato social de lealtad de los políticos al pueblo y necesitamos más salud pública y más atención primaria.
NOTA
Respecto a la atención primaria, algunos puntos concretos:
• que se potencie el evitar el cumplimiento de la Ley de Cuidados Inversos con medidas concretas centradas en dar servicios con equidad (vertical: más a quien más necesita, y horizontal, lo mismo a quienes precisan lo mismo), lo que significa que lleven efectivamente los servicios apropiados a quienes más los necesitan y para ello se precisa distribución geográfica y acceso horario, además de cultural, con una opción real y práctica por los pobres y otras poblaciones marginadas, que más precisan atención primaria,
• que se cuente con la población y sus redes para tomar las medidas y para la reorganización y mantenimiento de lo que se precise, entendiendo por población los habitantes de una zona geográfica, con independencia de su situación administrativa, y entendiendo por “contar” con dar poder compartido efectivo,
• que se haga una reforma pro-coordinación que transforme a la atención especializada focal en “asesora” de la atención primaria, salvo urgencias extremas, de forma que los pacientes sólo puedan ser derivados y tratados tras la oportuna autorización de su médico de cabecera,
• que los directivos y gerentes se elijan por público contrato, con independencia del poder político cambiante, y que se cese a todos los que han participado en la Era Covid
• que la longitudinalidad sea el valor clave (tener profesionales de cabecera que permanezcan en el mismo puesto para que conozcan a pacientes, familias y comunidades), y que se incentive fuertemente tal longitudinalidad, en lo profesional y monetario,
• que se vaya a microcentros incrustados en las comunidades, muy resolutivos y polivalentes, muy adaptados a las condiciones locales, con mucha autonomía, con redistribución de funciones de forma que la aceptación competente de las mismas conlleve reconocimiento, autoridad y remuneración,
• transformar los equipos de “plantillas” en equipos reales, con objetivos compartidos, y para ello selección de componentes de los mismos entre quienes tengan especialidad (es decir, en un caso sangrante concreto, exigir la especialidad en primaria a las enfermeras a contratar) y libertad para cumplimiento de los objetivos generales,
• cambiar el foco de lo profesional (por ejemplo “problema atendido”) al sufrimiento de pacientes y comunidades (por ejemplo, “razón de consulta”) pues hay que responder a los problemas y necesidades de pacientes y comunidades, no a lo que les gusta a los profesionales (generalmente lo biológico farmacológico), ni a las “enfermedades” sino a la “vulnerabilidad”,
• no aceptar ninguna propuesta de cambio que se imponga sin justificación aprobada por la población y los profesionales,
• impedir el acceso indiscriminado a las historias clínicas electrónicas y, en todo caso, que todo acceso sea comunicado instantáneamente al paciente y a su médico de cabecera, y
• transparencia que permita la comparación y el aprendizaje a partir de las mejores iniciativas, de forma que se potencie e incentive la imaginación en el trabajo diario.

Juan Gérvas

Médico general jubilado, Equipo CESCA (Madrid, España). jjgervas@gmail.com; mpf1945@gmail.com; www.equipocesca.org; @JuanGrvas

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