6 may 2020

SALUD MENTAL Y COVID-19

Paco Alcántara entrevista a José María Álvarez en Radio 5 a propósito de la atención de Salud Mental a los afectados por el Covid-19(Entrevista en la Otra psiquiatría)

Entrevista de Paco Alcántara a José María Álvarez a propósito de la atención de Salud mental a los afectados por el Covid-19, tanto a los enfermos y familiares como a los sanitarios.
Esta entrevista se realizó el 31 de marzo de 2020 y se emitió en los informativos de Radio 5, el día 1 de abril. Aunque no ha pasado mucho tiempo desde entonces, son muchas las cosas que han sucedido en apenas un mes. Por eso conviene situarla en su contexto, dado el frenético discurrir de acontecimientos que hacen de ayer un pasado casi lejano.

¿Cómo habéis preparado el dispositivo de asistencia de Salud Mental?
Aunque sorprenda, se comenzó a preparar desde el principio. Incluso antes del encierro ya estábamos perfilando estrategias. Ya sabíamos que una pandemia es también una pandemia de miedo y angustia, y nosotros nos ocupamos de eso, así que comenzamos a definir las distintas acciones a acometer. Suponíamos que más tarde o más temprano, los sanitarios que están a pie de obra, aunque son personas muy curtidas y valerosas, comenzarían a resentirse. Opinábamos también que los propios contagiados y sus familiares se angustiarían. Y estábamos seguros además de que la pandemia de inquietud y miedo, no digo angustia en sentido estricto, se extendería paulatinamente.
Llevamos unas semanas de actividad frenética, preparando guías de salud mental para afectados del Covid-19, tanto de sanitarios como de enfermos y también se han elaborado algunas encuestas para valorar el impacto del confinamiento en la población general.
Por otra parte, la atención clínica se mantiene, aunque con algunas variaciones. Por ejemplo, siempre que se pueda hacer los seguimientos y tratamientos por teléfono o videollamada, se hacen; cuando no, se sigue haciendo presencial, cara a cara. Nunca habíamos vivido algo así y tenemos que ir inventando sobre la marcha, sin perder el norte.
Finalmente, conforme a las directrices del Jefe de Servicio, Manuel Franco, se dividió la plantilla en dos grupos separados, de manera que no entráramos en contacto unos con otros. Si se daba el caso de que alguno se contagiaba y arrastraba con él a la cuarentena a sus compañeros, el grupo no contagiado se ocuparía de los quehaceres de los confinados. Es la forma de mantener la actividad clínica y evitar un eventual cierre de un servicio completo.
Como decía, llevamos trabajando en estos proyectos desde los primeros signos de la crisis. Los que trabajamos en salud mental ya sabíamos que este virus se acompañaría de inquietud, miedo, angustia y depresión. Se nos había olvidado que tenemos los pies de barro. El Covid-19 viene a recordarnos nuestra condición de mortales. Y ahí estamos nosotros para echar una mano.
¿Cómo afecta el confinamiento a los pacientes?
Depende de cada uno y dependerá del tiempo que dure el confinamiento; además, depende de la compañía con la que se esté confinado y del tipo de habitáculo. Son muchas variables, porque la condición humana es muy variable y lo que a uno le vale, no le vale al de al lado. Por lo general, no obstante, se suele decir que en el confinamiento aumentan ciertos estados ansioso-depresivos, como la tristeza, la desidia o el sentimiento de incapacidad, la irritabilidad, el insomnio, la ira, la dificultad para la concentración y el agotamiento emocional. Hay quienes se hunden y quienes se activan en exceso. La condición humana reacciona de formas distintas ante la angustia y cada uno la combate a su manera, como mejor le funciona.
En cuanto a los pacientes que atiendo en el hospital, en su mayoría están más acostumbrados que los demás a la soledad. Aunque estén trastornados, no son de mantequilla. Ni son unos descerebrados. Al contrario, en su mayoría saben lo que se está cociendo y están donde tiene que estar. Como digo, ellos son esencialmente solitarios y están más preparados para el enclaustramiento que muchos de nosotros, que no podemos pasar sin una palabra amable, un abrazo o una sonrisa. La locura es esencialmente solitaria. Quizá demasiado solitaria. De ahí que el confinamiento para ellos sea una continuidad más que una novedad. Por eso nosotros estamos ahí, para que no se descuelguen demasiado y puedan regresar. Estamos al quite, hablamos con ellos casi a diario, actuamos en caso de necesidad y respondemos siempre que nos llaman.
¿Qué consejos hay que dar a los familiares?
Por lo general, los familiares ya saben cómo actuar con sus hijos, hermanos, esposos o padres. Como decía, hay a quien le va bien una rutina y a quien la rutina le desquicia. A cada persona, lo que le conviene. Y lo que le conviene es lo que le funciona. Sin embargo, como regla general es recomendable que no se les transmita más angustia. Al contrario, lo que corresponde es informar sin cargar las tintas y transmitir esperanza. Ahora bien, es necesario que quien informa sea prudente y sobre todo crea que hay esperanza. Hay momentos en que más nos vale tener un ojo abierto y el otro medio cerrado. En los momentos más críticos basta con mirar la puntera de los zapatos y no perderse en quimeras remotas. En esos instantes, centrarse en pasar el día a día ahorra bastantes sinsabores. Pero eso sólo vale para las coyunturas críticas. Cuando uno se ha recuperado, es necesario tener algún plan o algunos planes o deseos a largo plazo (terminar un artículo, participar en una carrera, viajar a Buenos Aires, etc.). Porque esos anhelos nos abren la puerta al futuro y ese futuro es lo que empuja en el presente, día a día.
¿Han aumentado las consultas y llamadas?
El Servicio de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Universitario Río Hortega está, por el momento, en segunda línea, atendiendo a los pacientes de siempre y entrando progresivamente en acción. Nosotros hoy somos necesarios, pero mañana seremos absolutamente imprescindibles. La planificación está hecha y comienza a desplegarse. Tendremos que atender a muchos sanitarios que se han desbordado y están sobrepasados de angustia, temor, depresión y sinsentido; atenderemos cada vez a los enfermos de Covid-19 y sobre todo a sus familiares; atenderemos, desde luego, a las familias que han perdido a uno de sus integrantes y no han podido hacer un duelo como se hace habitualmente, un duelo saludable, en presencia del finado, entre lloros y en compañía de los próximos. Las consultas y las llamadas llegarán paulatinamente y prevemos que serán muchas y durante mucho tiempo; y a ello habrá que sumar las consecuencias de la crisis económica y su afectación psicológica. En esos momentos nos tocará arremangarnos a nosotros.
Ahora bien, nos conviene respetar el tempo y la estructura mínima de la relación terapéutica. Quiero decir que nosotros nos ofrecemos y permanecemos a la espera, dispuestos a echar una mano, de manera que sean los potenciales pacientes quienes nos pidan atención. Con los compañeros del hospital, que son sanitarios muy correosos, sería gastar munición a lo bobo si nos precipitáramos y comenzáramos a pasarles la mano por el lomo del narcisismo antes de que tiempo y les insinuáramos que están algo depreso ansiosos. Y con la gente de la calle, lo mismo. Como en otras ocasiones, la salud mental aguarda, en una espera activa, a que llamen a nuestra puerta y a partir de ahí comenzamos nuestro trabajo, un trabajo que ya ha sido planificado.
¿Cómo se hace el seguimiento ahora?
El funcionamiento del Servicio de Psiquiatría y Salud mental sigue siendo, en líneas generales, el mismo y atendiendo a los mismos pacientes y las mismas demandas que hace 15 días. Funcionan los mismos dispositivos que antes, salvo que nos vamos adaptando a lo que conviene en el presente y esto implica algunas reorganizaciones. Como decía, la consulta presencial se ha sustituido en buena medida por la videollamada, pero se sigue atendiendo a los pacientes como se hacía. No descuidamos la asistencia y tratamiento de nuestros pacientes habituales, menos aún de los que están más necesitados. Atender nuevas necesidades no implica desatender las antiguas. En estos momentos es necesario dar lo mejor de cada uno, mostrar la vocación que se nos supone y ser muy ingeniosos para hacer frente a lo novedoso. La mayor variación con respecto al inicio de la crisis no es asistencia, sino docente. Nuestro hospital y nuestro Servicio de Psiquiatría y Salud mental puede presumir de la docencia que imparte y atrae a un número sorprendente de residentes de Psicología clínica y de Psiquiatría de otros países del mundo. La docencia se ha resentido puesto que no podemos juntarnos. Pero desde la semana pasada se han reanudado los seminarios de supervisión de casos a través de una plataforma informática y paulatinamente iremos introduciendo el resto de materias y cursos. Es una forma de dar continuidad a la formación y de que los residentes se sientan útiles e partícipes de un grupo que está dando lo mejor de sí.
ver enlace :https://www.laotrapsiquiatria.com/2020/05/paco-alcantara-entrevista-a-jose-maria-alvarez-en-radio-5-a-proposito-de-la-atencion-de-salud-mental-a-los-afectados-por-el-covid-19

CREATIVIDAD ANTE LA CRISIS DEL CORONAVIRUS

Irene Muñoz: La creatividad es nuestra mejor aliada ahora mismo (recogido por solidarios de la entrevista realizada para el blog la otra psiquiatria )

¿Cómo conectar emocionalmente con unos sanitarios que están trabajando en una situación extrema? La psiquiatra Irene Muñoz León, junto a otros especialistas del Hospital Río Hortega, dio con la clave: dirigirse a ellos a través de ilustraciones artísticas.
Irene Muñoz León es psiquiatra y psicoterapeuta con orientación psicoanalítica y ha colaborado en la elaboración de una guía para ayudar a los sanitarios a combatir la sobrecarga emocional que están viviendo.
Lo ha hecho junto a sus compañeros del Hospital Universitario Río Hortega de Valladolid y ocho artistas de la ciudad: Victoria Alonso, Cinta Arribas, Eloy Arribas, Paula Domingo (La niña), Estela Labajo Duque, Ana Nan, Chucho Nieto y Pablo Saulo.
Las ilustraciones de estos artistas han servido para hacer llegar recomendaciones a los sanitarios desde la emoción.
Hacerlo a través de ilustraciones era necesario para conectar desde esa parte humana que tanto nos está faltando,
nos explica Irene.
¿Cómo está afectando esta situación a nuestra salud mental?
Según los artículos publicados y el feedback que estamos viendo en el hospital, la gran mayoría de la población está sufriendo ya insomnio. Es de las primeras cosas que aflora. También se experimenta mucha ansiedad, de forma basal o en forma de crisis o ataques de pánico. Es la respuesta que se genera ante una situación de descontrol, ante señales de alerta exteriores que se perciben como amenazantes.
Además, ahora está empezando a suceder lo que ya vieron los especialistas de la Salud Mental en China: tras tantas semanas de confinamiento se empieza a presentar en algunas personas desgaste emocional o incluso episodios depresivos con anhedonia, que es la falta de interés por cosas, situaciones o actividades que antes se experimentaban como placenteras. Esto también se denomina embotamiento afectivo. Es muy angustiante porque la persona se da cuenta de que es incapaz de experimentar aquello que experimentaba previamente, y se siente vacía. Hay personas que ya están empezando a notar falta de energía, se sienten desvitalizadas.
¿Influye en ello que el confinamiento haya coincidido con la llegada de la primavera?
Sí. Aunque pueda parecer que la llegada del buen tiempo puede alegrarnos, lo cierto es que los trastornos afectivos suelen presentar un pico de incidencia en primavera, similar a lo que ocurre en otoño. Es una época en la que personas con ciclotimia, trastornos bipolares o depresiones unipolares pueden empeorar.
Además, el buen tiempo en el exterior, cuando no se puede acceder a él, puede aumentar la sensación de encierro.
¿Cómo librarnos de esta situación de agobio?
Hay dos mecanismos de defensa a los que los seres humanos estamos recurriendo durante esta crisis para protegernos: el humor y la sublimación, que son dos de los mecanismos de defensa que denominamos “maduros”.
Freud decía que la sublimación es uno de los mecanismos de defensa más potentes del que disponemos y, realmente, estamos viendo que en esta situación excepcional se ha activado un motor creativo potentísimo entre la población: la gente está pintando, cocinando, escribiendo…
Esta explosión creativa no responde solo al hecho de querer rellenar el tiempo: es una forma de autodefensa para liberar el malestar. Muchas personas se están empezando a sentir mejor a través de la expresión artística.
¿Por qué la creatividad nos puede ayudar tanto?
El otro día escuchaba varias entrevistas a escritores con motivo del Día del Libro. Muchos de ellos coincidían en una cuestión: están teniendo menos dificultades para adaptarse a este confinamiento porque están muy acostumbrados a conectar con su mundo interior y a generar historias que les permiten evadirse.
Cuando pintamos o imaginamos escenas generamos narrativas alternativas.
Nuestra imaginación nos saca momentáneamente de lo que estamos viviendo. Nos da un respiro. La mente tiene esta magnífica capacidad de hacernos salir de las cuatro paredes en las que estamos sin tener que cruzar la puerta de nuestra casa.
Este mecanismo se ve mucho en psicología en las personas abusadas, que suelen desarrollar una gran capacidad imaginativa porque es una salida a su sufrimiento. Lo cual no significa que eso no conlleve también sus contras, hablamos de disociación. Esto, en cierto modo, nos está ocurriendo también a nosotros ahora.
Es como si funcionáramos con dos partes diferenciadas dentro de nosotros mismos que nos permiten desconectarnos cuando existe demasiada carga emocional, sobre todo dolorosa. Así pues, lo que se está viendo en esta crisis es que el arte (o la cultura, en general) no es un lujo. Es una necesidad vital.
¿Por eso en la guía que se ha elaborado desde el Hospital Río Hortega de Valladolid se ha recurrido a las ilustraciones para acompañar psicológicamente a los sanitarios del hospital?
Era la forma más humana que se nos ocurría de hacerles llegar el mensaje. Los seres humanos nos comunicamos por medio de diferentes lenguajes cuando la comunicación es presencial: hay una comunicación verbal y otra no verbal. Pero en estos momentos las comunicaciones no son presenciales y el lenguaje escrito no llega de la misma manera.
Las ilustraciones son representaciones artísticas que nos dan la oportunidad de transmitir de forma visual, de darle al mensaje esa parte humana del código de la comunicación que nos está faltando en el texto.
Lo que nosotros explicamos con palabras, los ilustradores lo vinculan a una imagen y así el sentimiento viaja de persona a persona. La emoción se traspasa directamente.
Con las palabras hacemos que la emoción pase por el filtro de la escritura, y por ello no llega tan directamente.
Psicoanalíticamente hablamos de que el artista es capaz de vehicular su pulsión, generalmente más intensa, y despojarla de aquello que la hace excesivamente personal para que los extraños podamos gozar de ella. Es como si saltara de inconsciente a inconsciente.
Entonces, ¿se trata de arropar el mensaje?
Diría que es una forma de transmitir la emoción. Los ilustradores, en realidad, son personas que trabajan con emociones como materia prima. El resto de los mortales estamos más en el terreno de la representación domesticada, es decir, los sentimientos. Uno puede ver una obra y sentir sin ni siquiera saber anudar palabras a eso, y de eso es de lo que se trata precisamente. Tienen un bagaje sensitivo muy importante.
La psicología analítica sostiene que para que una terapia funcione no solo hay que poner en práctica lo aprendido en la universidad, hay que acompañar al paciente teniendo en cuenta las experiencias vitales que nos han sido prestadas en un momento determinado. Los artistas tienen una vida en comunidad muy rica, están en contacto directo con personas, con vivencias… Por eso su trabajo para transmitir las emociones resulta muy potente.
Una imagen vale más que mil palabras.
Desde luego. Por ejemplo, en una de las ilustraciones de la guía se representa muy bien cómo los sanitarios pueden estar enfrentándose a esta difícil situación de formas contradictorias. En la imagen se ve a una persona dividida en dos: a un lado se muestra imperativa, irritable; al otro, aletargado y confuso. El sanitario que se topa con ella, enseguida puede identificarse a un lado u otro. En un segundo entiende de qué manera le está afectando a él ese estrés.
También hay otra ilustración en la que se habla de la adaptación a la escucha. Se ve una figura sin orejas y otra sin boca en sintonía y donde la complementariedad suple la carencia. Es una manera muy potente de transmitir que cada persona tiene unas necesidades a la hora de compartir la emoción.
Como los sanitarios, muchas personas están necesitando ayuda emocional para superar esta situación. ¿Cómo podemos ayudarles?
Depende de la persona. Hay gente que piensa que se puede ayudar a todo el mundo por igual. Pero hay personas a las que le ayuda sentirse acompañadas pero no les gusta ser constantemente interrogadas. Algunas prefieren que hables con ellas y les preguntes. Otras no tienen dificultades para buscar ellas mismas un espacio y comunicar.
A veces solo necesitamos que nos recuerden que no estamos solos. Hay una ilustración en la guía que me parece preciosa que muestra la figura de un médico con un montón de dedos de colores por detrás, simbolizan manos. Es una metáfora muy bonita para explicarles que no deben sentir sensación de fracaso, que nadie les preparó para esto y que tienen el soporte de la población. Esa imagen reconforta. Yo misma la miro cuando me siento desbordada.
Sin embargo, hay que recordar que no solo se trata de dejarse ayudar, también hay que ayudarse a uno mismo. Entre el personal sanitario esta parte es básica, y se lo hemos querido transmitir.
¿De qué forma deben ayudarse?
El autocuidado es esencial. Es importante empezar la casa por los cimientos y no por el tejado. Si todos los días te marcas algunas rutinas, intentas dormir y comer bien y te concentras en algún objetivo sin intentar abarcar demasiado… es más probable que no llegues al colapso.
Es básico que se cuiden antes de sentir que están mal, que dejen momentos para la introspección: para pensar en cómo se sienten, para escucharse, para analizar las sensaciones que han ido sumando a lo largo del día, del confinamiento… Deben conectar la parte corporal con la emocional porque si no eso, a la larga, hace que la persona se disocie y no pueda funcionar.
A estas alturas del confinamiento, ¿los médicos dan muestra de esa disociación?
Al principio había tantos frentes abiertos y tanta dispersión que era muy importante para ellos poder centrar la atención para no llegar a una situación de fatiga mental y de colapso. La sensación de cansancio era elevada. Pero, por otra parte, el estar tan ocupados los desconectaba del plano emocional: estaban totalmente centrados en ser eficaces sin mirarse a ellos mismos.
Ahora algunos médicos, no todos ni mucho menos, empiezan a sufrir agotamiento emocional porque siguen en contacto con mucho sufrimiento y tensión pero el nivel de estrés se ha rebajado y ahora está empezado a aflorar en ellos la parte más psíquica.
Es lo mismo que suele ocurrir, por ejemplo, cuando se sufre un accidente. Al principio la persona puede entra en shock y no lo registra pero, una vez está fuera de peligro, de repente todo sale a la luz.
–¿Esta va a ser una experiencia traumática para muchos?
–No todo el mundo va a salir traumatizado de esta situación. Que una persona desarrolle un trauma, o no, dependerá de sus experiencias previas, de su situación, de sus características personales… El psicoanálisis defiende precisamente que una experiencia, sea la que sea, no es traumática por sí misma, ni traumatiza a todos por igual. En otras palabras, no hay un trauma típico y cada individuo presentará una reacción genuina y singular frente a una situación que puede ser traumática o no.
Será un error que, pasado este periodo, ante cualquier síntoma mínimo que presente una persona, se decida medicalizar. Ciertas personas podrían desarrollar un duelo, de las cuales algunas lo harán de forma patológica. Lo primero a hacer es acompañar con terapia psicológica y solo en pocos casos tratar psicofarmacológicamente.
La mayoría de las personas superará las posibles emociones que surjan con el tiempo. El ser humano tiene una capacidad de adaptación muy grande. Desde luego, las personas que se ocupen de sus emociones durante estos días tendrán más opciones de evitar el trauma.
¿Nos estamos ocupando de ellas?
Afortunadamente, estamos en un momento en el que se empieza a dar importancia a lo psíquico. Creo que la gente está concienciada de que es importante cuidar esta parte. Las personas están desarrollando la capacidad de conocer más sobre uno mismo, sobre lo que encierra su inconsciente, que es el principal objetivo de cualquier terapia de corte psicoanalítico.
La gente está en un momento de apertura y cuando las personas aprenden a conocerse mejor es más fácil que, si se presentan emociones debido al confinamiento, sepan gestionarlas mejor.
¿El haber tenido la oportunidad de conocernos mejor es el lado positivo de esta pandemia?
Espero que no sea el único aspecto positivo. Esta está siendo una oportunidad excelente para preguntarnos individualmente qué nos está pasando como sociedad.
Este virus nos ha obligado a volver a confiar, y no desde la fe sino desde la necesidad pura y dura, en lo colectivo. Porque aquí lo individual no funciona y no sirve absolutamente para nada. Habíamos perdido por completo el aparato psíquico colectivo y este virus ha hecho que lo recuperemos un poco.
Hemos experimentado un cambio en la velocidad de las cosas que íbamos necesitando. No nos podíamos permitir parar porque, en un mundo tan competitivo, capitalista y globalizado, si los demás no paraban, nos quedábamos atrás. El materialismo llenaba de objetos nuestra vida vacía y, de repente, hemos tenido que enfrentarnos con nuestro propio vacío para procurar llenarlo de algo que no fuera material.
Esta pandemia nos ha devuelto la oportunidad de conectarnos con nosotros mismos, de conocer a nuestros vecinos, a quienes viven al otro lado del rellano y que ahora nos saludan desde el balcón. Habíamos olvidado que necesitamos de lo cotidiano. Ahora realizamos llamadas a nuestros seres queridos a diario, cuando antes quizás no teníamos tiempo, o creíamos no tenerlo.
El discurso psicoanalítico aboga por eso, es una salida posible a la dinámica que veníamos siguiendo, ya que es capaz de generar un deseo genuino que sustituya al deseo de objetos o cosas que sostiene el capitalismo. Un psicoanálisis puede precisamente producir en un sujeto un cambio de su deseo que apuntará a otra dirección, y que es en último término lo que le mueve en la vida.
¿Qué vamos a hacer con todo esto? Estamos construyendo ya, desde la cuarentena, nuestro futuro. Y aquí vuelve a ser importante la imaginación: nos permite fantasear ya con la idea de cómo nos vamos a reinventar. Ya solo quedará ponerlo en práctica cuando todo esto pase, siendo las personas las verdaderas protagonistas de la historia.
ver enlace: https://www.laotrapsiquiatria.com/2020/05/irene-munoz-la-creatividad-es-nuestra-mejor-aliada-ahora-mismo/

4 may 2020

EL DERECHO A DECIDIR SOBRE LA PROPIA VIDA

Mucho se ha escrito en torno a este tema tan importante como controvertido y tantas veces trufado de prejuicios religiosos,culturales..Ideológicos,en suma.Decidir sobre el propio cuerpo - en el caso del embarazo no deseado para plantearse su interrupción (el aborto )- si se trata de las mujeres y/o la propia vida en cualquier situación que lo exija y  sobre todo cuando se padece una enfermedad terminal e incurable, partiendo de la convicción de que al menos quien dignamente ha vivido tiene derecho a morir dignamente también (eutanasia) :Son decisiones trascendentales en las que a nuestro juicio, sólo cabe respetar la autodeterminación de cada persona a quien - previamente informada- le corresponde tomar una decisión u otra Como sabemos, muchos médicos anteponen las propias convicciones a las de los pacientes y por eso existe la distanasia, comunmente conocida como obstinación o  encarnizamiento terapeútico,que significa prolongar la vida, aunque sea artificialmente,sin poner énfasis en la calidad o las condiciones a veces insoportables de ésta, y sin contar con la voluntad expresada por el paciente.
Luis Montes en  el Hospital de Leganés 
Antes de entrar más a fondo  en el terreno de estas ideas y el  debate que suscitan , señalaré unas notas prácticas sobre la experiencia inmediata, que- como sabe todo dios -la pandemia ha puesto en el primer plano, debido a que las situaciones de confinamiento han separado a las personas bajo aislamiento de sus seres queridos,hasta el extremo de que muchos enfermos de covid- 19 han fallecido en absoluta soledad, a pesar de que los propios sanitarios trataban de acompañarles, saturados del trabajo con otros pacientes.Esto ha ocurrido de forma más intensa en las Residencias de Ancianos ,y también en los Hospitales.
las ucis y el aislamiento
Especialmente dura es la situación  de confinamiento no voluntario (las personas presas)pues no sólo pierden sus afectos sino que están bajo la custodia de personas en las que en absoluto confían como son sus carceleros.


detalle de una enfermería penitenciaria  
La propia decisión sobre lo que afecta a la salud cuando se está en condiciones de tomar ,tampoco es  sencilla:
   Ayer recibimos a un paciente en el centro de salud que presentaba un cuadro de arritmia cardiaca que requería abordaje ,control y tratamiento hospitalario.Era dificil comunicarse con él y su conyugue por ser migrantes de origen rumano y con dificultad para comunicarse en castellano. Nos comunicamos con otro familiar y la situación se planteaba así.... :El paciente no desea acudir a Urgencias por temor a la posibilidad de contagiarse del covid-19. Le  informamos  de los riesgos que contraía de no  ser evaluado en el servicio de urgencias del  Hospital,pero informado de ello, persiste en su decisión y logicamente ésta prevalece y se fué a su casa .

Representante de la Conferencia Episcopal
 El problema de las personas afectadas por las formas graves del covid19, y la medida de aislamiento que supuso no poder ser siquiera despedidos por sus familiares antes de fallecer,tanto las que murieron en las UCIs como las que lo hicieron en Residencias de Ancianos nos sugiere también cómo por parte de las instituciones sanitarias no se ha respetado el derecho de estas personas  a sentirse acompañados en los últimos momentos de sus vidas ,invocando
"los velorios" la  gran canción de Brassens.Abajo ,la letra
las medidas de protección contra la progresión de la pandemia.La interpretación estricta de los protocolos ha causado un gran dolor , además irreparable a muchisimos enfermos y sus familias.En el  supuesto de enfermos con enfermedades graves y/o  incurables  no se han arbitrado normas flexibles que hubieran evitado en parte estos efectos adversos.Por supuesto que no se puede tener una UCI en cada domicilio,para garantizar una asistencia de estabilización clínica de toda garantía y a la vez  atender los deseos del paciente en estado  critico, pero en los casos de irreversibilidad sí se debió y se deberá en lo  sucesivo, facilitar el alta voluntaria de muchos para estar cerca de sus seres queridos ,guardando allí las medidas de seguridad apropiadas para evitar el contagio y la transmisión de la enfermedad. En todo caso no puede ser peor el remedio que la enfermedad.
Cuando Montes acudió a una de sus muchas charlas, en  la del Ateneo Republicano de Valladolid pudimos debatir sobre el tema  y se recordó cómo se ha ido perdiendo la sana tradicción de muchos pueblos en torno a el acompañamiento, a los velatorios que tan bien refleja la canción de George Brassens y que representaba una visión de la muerte más libre de prejuicios y temores como la que tenían nuestros mayores.
En todo caso hay una única forma de hacer valer el derecho de las personas a la gestión de los ultimos momentos de su propia vida y es el ejercicio de ese derecho esté o no entre los supuestos aceptados de cuidados paliativos.
 No puede ni debe ocurrir que el remedio sea peor que la enfermedad.Y naturalmente una cosa es ese "salvar vidas" de que se habla cuando conseguimos recuperar a los pacientes y acaban volviendo a casa y otra muy distinta contemplar la desolación de los enfermos por un lado y la de sus familias cuando no están a tiempo de despedirse de ellos. La batalla librada hace años  por Luis Montes en el hospital de Leganés, no acabó con su fallecimiento pues dejó un gran trabajo en la asociación por el derecho a una  muerte digna y en su lucha contra la
jorge león .Delante una escultura suya
obstinación o encarnizamiento terapeútico que sacó el tema a debate nacional.


Una última consideración en memoria de quienes como Jorge León o Ramón Sampedro tomaron voluntariamente la decisión de que se les ayudara  a bienmorir practicando  la eutanasia y es repetir ese criterio que hace necesario el  respeto a la dignidad ante la muerte al menos  de quien  la ha mantenido en vida.Publicamos también una nota de Luis Artigue sobre Jorge. 
 ver enlaces 
http://www.brassensenespanol.es/les_funerailles_dantan.html

https://www.elmundo.es/elmundo/2006/05/06/sociedad/1146899841.html 

2 may 2020











Enrique González Duro, psiquiatra: “La psiquiatría hoy no existe, solo hay fármacos”












Enrique González Duro es escritor además de psiquiatra. Foto / Isabel Permuy.
Enfant terrible de la psiquiatría de los años setenta, crítico entre los críticos y prolífico escritor con decenas de títulos, Enrique González Duro (Jaén,1939) ha vivido la derrota en las mil y una batallas luchadas por mejorar las condiciones de vida de los enfermos mentales. Una asignatura aún pendiente, y eso que la anti-psiquiatría ganó batallas al tardofranquismo en pleno auge de la contra-cultura. Retirado tras décadas de servicio público, el que fuera responsable del primer hospital de día en España no ha perdido su lucidez combativa. Conocido por su amplia presencia en los medios en los años setenta y los ochenta, su posición antiprohibicionista sobre las drogas fue muy polémica al combinar la perspectiva política con la médica, en el siempre delicado trabajo de revelar las contradicciones del consumo de estupefacientes. Como señala él mismo, “se trata de distinguir la sustancia en sí de la ideología con que se pena”.
Alfredo Aracil Investigador y comisario de exposiciones.
¿Cuándo terminó la reforma de la asistencia psiquiátrica de mediados de los años sesenta?
Es como si le preguntas a un franquista cuándo acabó el franquismo. Nunca.
¿Cómo comenzó el proceso de transformación?
En torno a 1965, de la mano del plan de desarrollo económico, cada Diputación empieza a desarrollar su propio plan asistencial: unos optaron por hacer grandes manicomios, mientras otros reformaban los existentes. No había orden alguno. Se invirtió muchísimo dinero en hospitales psiquiátricos. Las Diputaciones competían por el grado de desarrollo que eran capaces de alcanzar.
¿Y entre los jóvenes médicos como usted que luego protagonizan los movimientos más críticos en la onda de la anti-psiquiatría?
Se produce, digamos, al mismo tiempo, y, además de razones generacionales, es debido a causas económicas. La asistencia pública era benéfica hasta entonces, porque estaba muy mal pagada. Todo el mundo deseaba abrir una consulta privada, que era realmente de lo que vivían los grandes, como López Ibor.
Que fue su primer maestro.
Empecé a trabajar con él, sí. Muchos periodistas me preguntaban cómo es posible que yo surgiera de ese ambiente clínico. López Ibor era el psiquiatra del régimen. Tenía una clínica privada donde acudían muchos enfermos de países sudamericanos. El material clínico era muy interesante. Aunque contrastaba con la pobreza terapéutica de su práctica. Me vino bien: fui capaz de aprender en apenas unos meses todo aquello que no se debía hacer.
El emblema de Oviedo
Tras las primeras huelgas del Hospital Psiquiátrico de Oviedo, La Cadellada, se producen diversos procesos de lucha por todo el país, como el de la Ciudad Sanitaria Provincial Francisco Franco, en Madrid, donde usted trabajaba.
En Madrid pasamos a la idea de no hacer de nuestras reivindicaciones una cuestión sindical, por lo que no luchamos por un aumento de salario. Muchos no éramos ni residentes. El carácter emblemático de las huelgas de Oviedo consiguió demostrar que se podía hacer un movimiento hacia la reforma, e incluso conseguir ciertos avances, aunque finalmente se abortaran. Nosotros, en concreto, nos revelamos contra el cierre de la unidad psiquiátrica que querían mandar al Hospital Alonso Vega, en la carretera de Colmenar, un gran manicomio en la tradición española.
¿Cómo se organizaron y consiguieron el apoyo social necesario para triunfar?
El traslado de los internos se planeó para el verano, algo común todavía en la Administración. Cuando nos quisimos dar cuenta ya estaba medio servicio desmantelado. Los médicos intentamos seguir la vía reglamentaria como manera preventiva antes de la protesta y el encierro. Hasta que nos decidimos a denunciar a la prensa lo que estaba pasando. Todas las decisiones las tomábamos de manera asamblearia. Nuestra intención, insisto, fue mostrar el conflicto como un problema asistencial y no laboral. Era necesario trasmitir ese mensaje de manera nítida. En lugar de hacer una huelga, algo bastante peligroso de aquella, hicimos lo contrario, e inauguramos la corriente de encierros.
Los periódicos durante esos meses de verano tienen poco de lo que hablar y encima coincidió que la gente joven, los becarios, se quedó sola a los mandos. Por supuesto, simpatizaban con nosotros. TVE, por ejemplo, también estaba llena de rojos. Si podían meterte en las noticias, por solidaridad, te metían. El encierro lo mantuvimos casi durante un mes. Incluso llegamos a ocupar la primera página de algún periódico. Algunos miembros de la plantilla eran del PCE, pero estratégicamente quisimos dejarlo en un segundo plano. Nos hubiese llevado a pasar unos meses en la cárcel sin alcanzar ninguno de los objetivos. La movilización fue tan significativa que consiguió atraer a prensa internacional, que era lo que verdaderamente temía el franquismo.
¿Y cómo acabó la historia?
Pues con media plantilla despedida, a pesar de ser indefinidos tras el mes de prueba. Alegaron desobediencia. Denunciamos en el Tribunal de Orden Público. Allí tratamos de explicar que nos habían obligado a abandonar a los enfermos, a dejarlos sin atención médica. Para el resto de la plantilla que no echaron fue un golpe tan duro que todos, menos para la hermana de Fraga Iribarne, que estaba enchufada, decidieron encerrarse también. El Régimen no pudo aguantar ese golpe. ¿Qué era aquello de que la policía entrase en un hospital a detener a un médico? Además, el movimiento fue secundado en otros puntos del país, gracias a que los expulsados nos dedicamos a viajar movilizando a la gente por medio de asambleas en todos los hospitales de España. Yo, por ejemplo, visité Cataluña. El conflicto se hizo nacional. Finalmente, se anularon todos los despidos y nos reincorporamos al trabajo sin que constara en el expediente.
¿Qué no consiguieron?
Una reivindicación central para todos los movimientos de la época: que la Seguridad Social cubriera todo el cuidado mental de toda la población, y no solo a través de aquellos horrendos ambulatorios, donde los psiquiatras de zona tenían que ver del orden de treinta a cincuenta pacientes a la hora. La asistencia hospitalaria, en cama, que era mayoritaria, no estaba cubierta, algo que en cierto sentido todavía sucede. Había que dejar atrás la beneficencia y ese aire de caridad cristiana que todavía tenía la asistencia. Ahora que lo pienso, no sé si hemos avanzado o hemos retrocedido en este tema.
¿Y una vez muerto Franco?
Durante el periodo 1975-1978, la autoridad franquista, ya en proceso de erosión, nos dejó hacer. El objetivo era mejorar la asistencia haciendo asambleas con los pacientes. Fueron fundamentales, en ese sentido, las enseñanzas de la anti-psiquiatría, un verdadero espaldarazo que confirmaba nuestra postura: estábamos haciendo política y, al mismo tiempo, clínica. Fue la época de la explosión de la contra-cultura, que hizo posible que muchas publicaciones surgidas de ese entorno académico y práctico se hiciesen verdaderos best sellers. Después se produce el trasvase del PCE al PSOE. Y la reforma psiquiátrica se acaba transformando en un texto ministerial redactado, en gran medida, por los que habían sido miembros de la Coordinadora. Además de insuficiente, el texto estuvo rodeado de secretismo y una pésima gestión de la información.

Enrique González Duro en su casa en Madrid. Foto / Isabel Permuy.
Su relación con el PSOE ha sido conflictiva.
Desde que Felipe González sube al poder nos van liquidando a todos los críticos. Yo estuve nueve meses en el paro tras salir del Hospital Psiquiátrico de Jaén. No tenía trabajo en ningún sitio, porque todas las Autonomías estaban gobernadas por el Partido Socialista. Estaba en algo así como una lista negra. Ya cuando vi a la gente que entraba en la Administración pensé: menudos pájaros, vaya como habéis engañado al personal. Algunos de dentro del Partido me advirtieron: “No te metas tanto con el PSOE”. Dentro del PSOE sí, fuera del PSOE nada: ese era su lema. Desde la Asociación, donde se hizo imposible tener algún debate que no fuera mera propaganda, llegamos a firmar un documento como Colectivo Crítico de Salud Mental en contra de la Reforma de 1986, que fue una impostura. No tuvo nada que ver con lo que inicialmente planteamos. Es curioso cómo muchos de los que habían sido los más progresistas y anti-psiquiátricos cayeron en las manos del biologicismo y las farmacéuticas.
¿Qué papel jugaba la nueva generación de psicofármacos que se descubre durante la reforma?
Algunos sostienen que el proceso de apertura de los manicomios coincide con el descubrimiento de los psico-fármacos, haciendo posible que muchos enfermos mejoraran o por lo menos se aliviaran. Yo siempre lo he negado. En España, los psicofármacos se utilizaron para que en los asilos cupiera aún más gente. Los fármacos fueron, en algún momento, un instrumento útil, pero nada que ver con el afán mercantil que en verdad dirige hoy la clínica. La cronificación y los internamientos durante décadas es un efecto de su uso desmesurado. La anti-psiquiatría fue la que primero luchó contra ese abuso. A finales de los años setenta, hubo una campaña mundial de prensa para vender la idea de que el Valium producía dependencia, en la época en la que la gente estaba muy sensibilizada por las drogas. Se sintetizaron después productos que no era benzodiacepínicos y, en principio, no creaban dependencia: Alprazolam, el Trankimazin, tranquilizantes menores, en realidad tan adictivos que se venden en el mercado negro.
¿Y qué tienen que ver los médicos con esta serie de descubrimientos y usos comerciales?
Los profesionales son parte fundamental de su promoción. Hacen estudios controlados por los mismos laboratorios o, también, congresos médicos en busca de legitimación. Por ejemplo: la invención del Trankimazin conlleva el diagnóstico de una enfermedad nueva: el trastorno de pánico, que exclusivamente es tratada con ese medicamento. Había enfermos que, una vez normalizado el diagnóstico, aseguraban que lo tenían, cuando en realidad padecían una crisis de ansiedad. La psiquiatría hoy no existe, solo hay fármacos.
Camellos en El Pardo
¿Puede resumir, brevemente, la historia reciente del consumo en nuestro país?
En la época más dura del franquismo había una especie de oasis legal. El consumo de morfina era prácticamente legal. La Dirección de Sanidad daba un carnet a los toxicómanos, que entonces abundaban. En las farmacias recogían su dosis. No tenían que delinquir y, en general, no había un problema social. El hachís, por otra parte, era una droga que se consumía en todos los barrios bajos de Madrid, y supongo que en toda España. El cuartel general de la distribución estaba en El Pardo. La Guardia Mora de Franco la distribuía. No estaba ni perseguida por la policía. Lavapiés, que de aquella era un barrio marginal, estaba repleto de gente que te asaltaba al salir del metro para venderte porros. La policía ni se molestaba. Hasta el año 1967 que llegan los americanos y se dan cuenta de que en España no hacemos ni caso de su cruzada contra la droga. Se crea, así, la famosa Brigada de Estupefacientes y se prohíbe absolutamente todo. Eso es una fábrica de drogadictos para la llegada, más tarde, de la heroína.
Existe, por otra parte, una relación entre las drogas que se consumen y el sistema político que nos gobierna, ¿no cree?
La anfetamina, por ejemplo, era una droga muy del sistema porque se tomaba para aumentar su rendimiento social. Por ejemplo, los chóferes o las modistas, que tenían entregas y por la noche se quedaban sin dormir. Yo también tomé durante mis años en la Universidad de Granada. Se vendían por unidades en las mismas farmacias. Pero estaba claro: nos reíamos de que alguien se pudiese tomar una anfetamina para divertirse. El problema viene cuando se empieza a utilizar de forma recreativa.
¿Y su uso en niños y niñas diagnosticados con Trastorno por Déficit de Atención?
Su uso psiquiátrico es un sinsentido. Genera excitación en el paciente. Cosa que los psiquiatras infantiles parece que no tienen en cuenta cuando recetan a niños de 5 y 6 años. Los antiguos niños inquietos o traviesos, hoy, son diagnosticados con el famoso trastorno de déficit de la atención que les produce una suerte de concentración inducida. Existían, antes, laboratorios españoles que tenían producción clandestina de anfetaminas que exportaban a países del tercer mundo, ya que era la droga perfecta para un sistema de explotación capitalista. Es parecido a lo que ocurre actualmente con la cocaína y su extraña relación con la productividad. Antes de los años ochenta, en la psiquiatría lo teníamos muy claro: no medicábamos así. Hoy las cosas han cambiado. Con la psicofarmatización de la atención psiquiátrica se ven casos extremos.
¿Hay grupos que han recogido el testigo de las posturas más críticas de los setenta?
La anti-psiquiatría se está reivindicando desde determinados sectores de gente joven. Tienen claro que tanto medicamento no puede ser bueno. Me llama la atención esa curiosidad o nostalgia de algo que se daba por muerto. Hay un cierto retorno que está produciéndose entre grupos de clínicos todavía no muy organizados. También entre pacientes. Colectivos que tienen un discurso mucho más avanzado que las familias. Hay también ciertas aproximaciones desde el arte y la cultura en general. Es importante que se abra el debate de la salud mental, normalmente desde fuera se ven las cosas con más claridad. Hay que terminar de derribar la relación entre locura y peligrosidad social.
¿Qué le parece la moda de explicar personalidades como la de Donald Trump en términos psicopatológicos?
Escribí, hace años, un libro sobre Franco en un sentido clínico. Y me resultó muy complicado. Hacer una biografía sobre un tipo que no hablaba. Imagínate. De Felipe era fácil, no callaba. Es complejo trasladar términos clínicos a la política, como esto que se comenta de que Donald Trump es un demente o un paranoico. Hay que tener cuidado de no prostituir el lenguaje ni la historia. No se puede reproducir lo que criticamos, aunque siempre tendemos a hacerlo.
PUBLICADO EN ATLÁNTICA XXII Nº 50, MAYO DE 2017

LAGRIMAS DE COCODRILO

Verónica Casado llorando 
En menos de 48horas la consejera de Sanidad de Castilla y León pasó de llorar la muerte de 6 profesionales sanitarios- que han estado enfrentando la lucha ante el coronavirus y fallecieron en lo que va de pandemia en nuestra región -a firmar la rescisión de los contratos eventuales de unos 2835 contratados por diversas bolsas; lo hizo con fecha de 30 de Abril,evitando así posibles reclamaciones al entrar en el mes de mayo, y  aún cuando en un principio se había comprometido de palabra  a prolongar las contrataciones hasta junio.Sólo prometió esta vez algunas sustituciones reglamentarias para vacaciónes del personal de plantilla y laconcesión , por medio de una orden,de un punto de más en la competencia dentro de la  bolsa de trabajo para quienes hayan acudido a esta convocatoria y el mensaje de que estén a la espectativa de una nueva oleada de la pandemia en otoño.Casi todas eran personas muy jovenes que  ni sabian las condiciones de sus contratos ni lo que iban a cobrar,eso sí haciendo turnos de 12 horas,festivos incluidos  y ahora han visto con desilusión el trato recibido,como si fueran material de usar y tirar No se puede ser más cínica y miserable. 

1 may 2020

A las barricadas (Versión original)POR QUE SEA ALGO MÁS QUE UN SÍMBOLO

1 DE MAYO

DE  ENTRE LAS CELEBRACIONES DEL DIA 1 DE MAYO,Y ANTE LAS PROHIBICIONES  YA CONFIRMADAS POR EL CONSTITUCIONAL ,OPTAMOS POR ÉSTA DONDE PARTICIPAN NUESTROS COMPAS DE CAS,coordinadora antiprivatización de la sanidad pública y recordamos que este día comienza la nueva huelga de hambre lxs presxs en lucha de las cárceles  en el Estado Español