TERAPIA ULTRABREVE (Maxi Gutiérrez)
POSTED ON 05/01/2018 ACTUALIZADO ENN 06/01/2018
Salvador
Casado es un experto médico de familia y amigo que me confió un
caso de su consulta:

Me maravilla lo bien escrita que está su narración. Le pregunto si ha
tenido oportunidad de compartirla con alguien lo que él niega.
Casos como éste son muy frecuentes y las respuestas que damos en las
consultas de medicina de familia muy diversas. Lo más habitual suele ser
diagnosticarlos de trastorno de ansiedad y/o depresión, ofrecer escucha activa,
dar psicofármacos y a veces una derivación a salud mental.
Yo decido aplicar terapia psicológica ultrabreve y arriesgarme a dinamitar
la agenda de la tarde. En lugar de seis minutos disponibles precisaré emplear
veinte para conseguir los siguientes objetivos: Escuchar. Empatizar y
contactar. Enfocar. Proponer. Red de seguridad
Para escuchar bien es necesario no tener prisa. En este
caso el paciente leyó tranquilamente las dos caras de su escrito y luego añadió
más información a medida que me interesaba por sus circunstancias personales,
familiares y sociales. Era la primera vez que acudía.
El siguiente paso es conectar y dar empatía. Reconocer su
dificultad y su sufrimiento. Aportar alguna imagen que le permita comprobar que
le hemos entendido, que sabemos por lo que está pasando. Cuando lo conseguimos
es habitual ver alivio en el lenguaje no verbal del paciente que relaja postura
o cambia el gesto insinuando una sonrisa.
Conseguido el contacto pasamos a normalizar y enfocar. El
paciente ha verbalizado que cree tener alguna enfermedad y experimenta falta de
control en su vida, eso le agobia mucho como es natural. Devolver que no
detectamos ninguna patología mental sino un sufrimiento intenso derivado de su
momento vital permite al paciente reenfocar su discurso interior que tiende a
ponerse en lo peor. Darse permiso para experimentar emociones intensas y dejar
de autoagredirse por ello le coloca en una posición adecuada para encontrar una
salida a su situación de bloqueo.
El teléfono interrumpe la conversación, la compañera administrativa me
informa que tengo un aviso a domicilio de un paciente de otro centro de salud y
dos personas sin cita que se suman a los que ya esperan en la puerta. Agradezco
la llamada y continúo.
La propuesta que hago a continuación es triple: desahogar, respirar,
esperar. El joven se siente como una olla a presión, cuando
le invito a desahogarse lo entiende perfectamente. Le pregunto si hace alguna
actividad física y responde que empezó el gimnasio el día anterior con buen
resultado. Invito a su vez a verbalizar y a escribir, cosa que me acaba de
demostrar sabe hacer perfectamente. También dejamos abierta la posibilidad de
explorar otros cursos de acción que puedan aliviarle me dice que caminar y
salir al campo le ayudan.
Dado que sus estrategias de manejo de emociones han fracasado le propongo
que trate de sostener sus intensas emociones simplemente respirando,
acogiéndolas sin lucha o huida explicándole que por muy desagradables o
intensas que sean no tienen poder para hacerle daño. Me ayudo de un par de
imágenes para ilustrarlo y comprobar que lo ha comprendido.
Por último le sugiero que tenga paciencia dado que el mundo emocional tiene
un ritmo que si bien podemos facilitar o entorpecer no es susceptible de
controlarse a voluntad. Pese a que responde que le cuesta me dice que lo
entiende.
Descarto de momento recurrir a medicación o derivación a terceros dentro
del sistema sanitario. Expongo que un psicólogo privado sí puede ser una opción
para él si no consigue encontrar un interlocutor que le acompañe pero lo
desestima por no poder costearlo. Ofrezco como red de seguridad una
nueva consulta en dos semanas y la posibilidad de acudir antes si lo necesita.
Terminamos la visita con un fuerte apretón de manos y una sonrisa. Respiro
hondo y salgo a una sala de espera atestada que me invita a rescatar mis
mejores recursos para recuperar el retraso acumulado.
Me pide que
haga un comentario/valoración de la consulta y apenas sé que decir. Salva es
valioso y siempre ha sido maestro. Me pide que hagamos docencia juntos sobre lo
que llama terapia ultrabreve (que yo creo que no fue tan
breve). Le digo que toda herramienta terapéutica necesita PERSONAS, ESPACIO y
TIEMPO para poder ser desarrollada.
PERSONAS. Cuando la situación te la ponen
delante en la consulta y uno sabe que puede aportar algo a aquello que está
escuchando, me resulta complicado pensar que esto no va conmigo. Puedo pensar
“¿Por qué a mi?” “¿Es enfermedad?” “¿justo tenía que ser hoy?”… da igual. Sólo
queda conmoverse con el sufrimiento del otro (padecer-con) y tomar el asunto
como propio para abordarlo en toda su extensión.
Somos
elegidos para que nos cuenten lo que nos cuentan porque tenemos la capacidad de
compadecernos. Y se manifiesta en el interés por la escucha de alguien que está
pidiendo ser acompañado en aquello que le ahoga.
Sencillo de
entender y difícil de evitar cuando uno está entrenado en compasión.
ESPACIO. Podemos discutir si es el entorno
de la Atención Primaria de Salud el ámbito más adecuado para abordar este tipo
de problemas. Si somos profesionales de la medicina para esta patología
aparentemente banal. Si estamos formados para ello. Si… Podemos discutirlo y
admito que habrá puntos de vista diversos pero manifiesto alguna de mis
intuiciones:
– La
cuestión es que las personas no encuentran muchos espacios en su vida donde
alguien les escuche y les facilite ayuda. No vivimos en un mundo fácil para
ejercer la ayuda entre iguales donde unos se acompañan a otros. Y no quiero
decir que no sea responsabilidad de nadie, esta sociedad acostumbra a mantener
relaciones superficiales donde los seres apenas se comunican más allá de lo que
hacen. Vivimos en el hacer más que en el ser y así son nuestras relaciones.
– Aspectos
como éste afectan a la salud de las personas. En lo físico: insomnio, ansiedad,
auto-agresión,… En su sentido amplio: infelicidad, enfado, inquietud,
desilusión,… En el miedo a enfermar, a tener algo incontrolable o peor…
Cuestiones que no permiten vivir y que desencadenan todo tipo de alarmas. Esto
es lo nuestro: la salud en todos los aspectos.
– Sin
etiquetar ni sobrediagnosticar añadiendo carga de enfermedad a los problemas
que son la vida y sus complicaciones. Explorando y normalizando para conseguir
re-enfocar. Quitando el peso en lo que “se esperaría de” para “sentir lo que se
siente” sin culpas ni limitaciones.
TIEMPO. Una de las claves de la Medicina
de Familia es gestionar el tiempo. ¡Qué difícil gestión cuando tienes una
agenda llena, un domicilio que acudir y dos pacientes que solicitan cita
indemorable!. ¡Qué difícil negar tiempo al sufrimiento humano que se presenta
ante nosotros! Sólo queda priorizar y dedicar el tiempo a quien lo necesita
(aunque a veces lo hagamos de forma injusta), poner en práctica estrategias
aprendidas y esperar la comprensión de los que esperan sin desesperar. Solo eso
y alguna cosa más que una vez escribí en “No he tenido tiempo”
Y así ocurre
la terapia ultrabreve que se cierra por hoy con ese “fuerte apretón de manos”
que habla de calidez, de humanidad y de que aquello que ha ocurrido en la
consulta trasciende y supera al rol médico-enfermo para convertirse en algo
sagrado.
Gracias por permitirme ser testigo y lector de esta consulta, Salva
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dejanos tus comentarios